Para la teología eclesiástica medieval, el color amarillo simbolizaba la noción de traición. Iconográficamente, Judas Iscariote fue algunas veces representado con atuendos amarillos. Algo semejante aparentemente ocurrió con los judíos.
Hacia fines de la Edad Media, el color amarillo es asociado con la ideas de caos y desorden e incluso con la tontería y el absurdo: a los bufones de la corte y los locos se los viste de amarillo.
El amarillo, por otra parte, es asociado entonces con Lucifer, el azufre y los traidores.47 E, irónicamente, también se emplea para con los maridos engañados, si bien originalmente señalaba a quien engañaba.
Udo Becker explica que, en la culturas populares europeas, el amarillo es simbólico de la envidia y la arrogancia. En la Edad Media, era un color asociado con la desgracia, agrega Becker, y ello era puesto de manifiesto a través del color de vestimenta que se les imponía a los judíos.51
En la historia del arte, Judas Iscariote fue representado vistiendo atuendos de colores muy variados.
Semejante es la condición de la alegoría conocida como "Sinagoga" (en latín, Synagoga), doncella que, según la teología eclesiástica, representa la "Antigua" Ley (Mosaica), trascendida por la Iglesia a través del Cristo; como alegoría teológica, "Sinagoga" figura en el arte junto con "Iglesia", formando un par al que se conoce en latín como «Ecclesia et Synagoga».
Así las utilizaban en su ropa
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